¿Tiene usted un problema? ¡Estupendo!
¿Por qué? Porque las repetidas victorias sobre sus problemas constituyen los
peldaños de la escalera que le conducirá al éxito. A cada victoria aumenta su
sabiduría, su situación y su experiencia. Como persona, se sentirá usted mejor,
más madura y más afortunada cada vez que tropieza con un problema, lo aborda y
lo supera con una actitud mental positiva.
Deténgase a pensar en ello un instante.
¿Conoce usted un solo ejemplo en que un verdadero logro de su vida personal o
de la vida de algún personaje histórico no se haya debido a un problema con el
que tuvo que enfrentarse?
Todos tenemos problemas. Ello se debe a
que usted Y todo lo que existe en el universo se hallan en un constante proceso
de cambio. El cambio es una ley natural inexorable. Lo importante para usted es
que el éxito o el fracaso que puedan producirse al afrontar los desafíos del
cambio dependen de su actitud mental.
Puede usted dirigir sus pensamientos y
controlar sus emociones, regulando de este modo su actitud. Puede elegir entre
una actitud positiva o negativa.
Puede adoptar la decisión de influir,
utilizar, controlar o bien establecer relaciones armoniosas con los cambios que
se produzcan en sí mismo y en su ambiente. Puede encauzar su destino. Si
afronta los desafíos del cambio con una actitud mental positiva, podrá resolver
con inteligencia todos los problemas que se le planteen.
¿Cómo se afronta un problema con una actitud
mental positiva? Si usted conoce y cree en el primer y principal elemento de una
Actitud Mental Positiva: «es siempre un Dios bueno», entonces podrá utilizar
con eficacia la fórmula siguiente y afrontar sus problemas.
Cuando se enfrente con un problema que
requiera una solución, con independencia de lo complejo que pueda ser, haga lo
siguiente:
1. Pida la Guía Divina. Busque ayuda
para poder encontrar la solución adecuada.
2. Dedique tiempo a reflexionar sobre
la solución de sus problemas. Recuerde que toda adversidad lleva la semilla de
un beneficio equivalente o todavía mayor para aquellos que tienen una actitud mental positiva.
3. Exponga el problema. Analícelo y
defínalo.
4. Dígase a sí mismo con entusiasmo:
«¡Estupendo! ».
5. Hágase a sí mismo preguntas
concretas tales como
(a) ¿Qué tiene de bueno?
(b) ¿Cómo puedo convertir esta
adversidad en la semilla de un beneficio equivalente o aún mayor?, cómo puedo
convertir esta desventaja en una ventaja aún mayor?
6. Siga buscando respuestas a dichas
preguntas hasta que encuentre por lo menos una respuesta que pueda dar
resultado.
Ahora bien, hablando en general, los
problemas que tendrá usted que afrontar serán de tres clases: problemas personales
(emocionales, económicos, mentales, morales, físicos); problemas familiares; y problemas
comerciales o profesionales.
Puesto que los problemas personales son
los que con carácter más inmediato experimentamos todos nosotros, nos gustaría
contarle la historia de un hombre que se enfrentó con los más graves problemas
que un ser humano pueda tener. Mientras lea la historia, observe de qué manera
aplicó la actitud mental positiva a la solución de cada una de las dificultades hasta alcanzar la
victoria definitiva.
Afrontó el desafío de cambiar con una actitud mental positiva en la penitenciaría de Leavenworth. Aquel hombre había nacido en la pobreza.
Mientras cursaba estudios primarios, vendía periódicos y hacía de limpiabotas
en los bares de la zona portuaria de Seattle para ayudar a su madre en los
gastos de la casa. Más tarde se convirtió en grumete de un carguero de Alaska
durante los meses de verano. Al finalizar los estudios superiores a los
diecisiete años, se fue de casa. Se convirtió en uno de aquellos vagabundos que
se desplazaban en tren de un lugar a otro de los Estados Unidos.
Sus compañeros eran hombres curtidos.
Empezó jugar y se asoció con gentuza... con los hombres de la llamada Legión de
la Frontera. Los soldados de fortuna, los fugitivos, los contrabandistas, los
cuatreros Y gentes por el estilo eran sus compañeros. En México se incorporó a
las fuerzas de Pancho Villa. «Uno no puede estar cerca de estas actividades
ilegales sin conocerlas, aunque no tengas nada que ver con ellas –dijo Charlie
Ward-. Mi error fueron los malas compañías. Mi mayor pecado fue asociarme con gente
mala.»
De vez en cuando ganaba elevadas sumas
en el juego, pero después las perdía. Al final fue detenido por contrabando de
narcóticos, procesado y declarado culpable. Y, sin embargo, a lo largo de toda
su vida, Charlie Ward sostuvo su inocencia de la acusación por la que había
sido condenado. Tenía treinta y cuatro años cuando ingresó en Leavenworth.
Jamás había estado en la cárcel, a pesar de las malas compañías. Y se sintió amargado.
Juró que ninguna prisión iba a ser lo suficientemente fuerte como para
retenerle y aguardó la oportunidad de escapar.
¡Pero entonces ocurrió algo! Charlie
decidió cambiar su actitud de negativa a positiva. Afrontó el desafío de cambiar
con una actitud mental positiva. Algo en su interior le dijo que dejara de ser
hostil y que se convirtiera en el mejor recluso de la prisión. A partir de
aquel momento, toda la corriente de su vida empezó a fluir en la dirección que le
era más favorable. Gracias al simple cambio de una Actitud Mental Negativa a
una Actitud Mental Positiva, Charlie Ward empezó a ser dueño de sí mismo.
Cambió el sentido de su agresiva
personalidad. Perdonó a los agentes federales causantes de su situación.
Dejó de odiar al juez que le había
sentenciado. Echó una mirada objetiva al Charlie Ward del pasado. Y decidió
evitar en el futuro el menor asomo de mal.
Intentó por todos los medios que su
permanencia en la prisión resultara lo más agradable posible.
En primer lugar, se hizo unas cuantas
preguntas. Y por primera vez en su vida de adulto halló la respuesta en los
libros y, sobre todo, en la Biblia. En su celda de la prisión empezó a leer la
Biblia. La leyó y volvió a leerla. A partir de entonces, y hasta la fecha de su
muerte, acaecida a los setenta y cuatro años, siguió leyéndola todos los días, buscando
en ella inspiración, guía y ayuda.
Gracias a este cambio que se había
producido en su actitud y, por consiguiente, en su comportamiento, empezó a
llamar favorablemente la atención de los funcionarios de la penitenciaría. Y un
día, un recluso que trabajaba en las oficinas le dijo que otro recluso que
trabajaba en la central eléctrica iba a ser liberado dentro de tres meses.
Charlie Ward apenas sabía nada de electricidad, pero en la biblioteca de la
prisión había libros
sobre electricidad. Y estudió,
aprendiendo todo lo que aquellos libros podían enseñarle.
Al término de los tres meses, Charlie
ya estaba preparado y solicitó el puesto. Algo en sus modales y en su tono de
voz impresionó al director adjunto. Este algo era la seriedad y la sinceridad
de la Actitud Mental Positiva de Charlie Ward. ¡Obtuvo el puesto!
Gracias a sus continuos estudios y a su
trabajo con una actitud mental positiva, Charlie Ward se convirtió en superintendente de la central
eléctrica de la prisión con ciento cincuenta hombres bajo sus órdenes. A cada
uno de ellos trataba de alentarlo con el fin de que sacara el mejor partido de
su situación.
Cuando Herbert Hughes Bigelow, director
de la Brown & Bigelow de St. Paul, Minnesota, ingresó en Leavenworth por un
delito de evasión de impuestos, Charlie Ward hizo también amistad con él. Es
más, se tomó toda clase de molestias para animar a Bigelow a adaptarse al
ambiente. El señor Bigelow tuvo en tanta estima la amistad y la ayuda de
Charlie que, cuando estaba a punto de finalizar su período de condena en la prisión,
le dijo: «Has sido muy bueno conmigo. Cuando salgas, ven a St. Paul. Tendremos
un empleo para ti».
Cinco semanas más tarde, Charlie salió
de la prisión y se dirigió a St. Paul. Cumpliendo lo prometido, el señor
Bigelow le dio a Charlie un empleo de obrero con un salario de 25 dólares
semanales. Gracias a su actitud mental positiva, Charlie ascendió a capataz en dos meses. Al cabo
de un año fue nombrado superintendente. Al final se convirtió en vicepresidente
y director general. Y, a la muerte del señor Bigelow, Charlie fue nombrado presidente
de la Brown & Bigelow y siguió ocupando este cargo hasta su muerte acaecida
muchos años más tarde. Bajo la dirección de Charlie, las ventas aumentaron de
menos de tres millones de dólares a más de cincuenta millones anuales. Brown
& Bigelow se convirtió en la empresa más importante del sector. Gracias a
su Actitud Mental Positiva y a su deseo de ayudar a los menos afortunados, Ward
alcanzó por su parte la paz de espíritu, la felicidad, el amor y las mejores
cosas de la vida. Por decreto presidencial, recuperó sus derechos de ciudadano
en reconocimiento a su vida ejemplar. Quienes le conocían le apreciaban
sobremanera y se sentían inspirados a ayudar también a los demás.
Tal vez una de sus más insólitas y
elogiosas actividades fue la de proporcionar trabajo a más de quinientos
hombres y mujeres salidos de las prisiones. Éstos siguieron rehabilitándose
bajo su atenta y comprensiva guía e inspiración. Jamás olvidó que él también
había sido un recluso. Llevaba un brazal con una etiqueta en la que figuraba su
viejo número de recluso como símbolo.
Charlie Ward había sido condenado a una
pena de prisión. i Fue estupendo! ¿Por qué? Quién sabe lo que hubiera podido
ser de Charlie Ward de haber seguido por el camino que había emprendido. En cambio,
en la cárcel se enfrentó con el reto del cambio. Y allí aprendió a utilizar la actitud mental positiva para resolver sus problemas personales. Hizo que su mundo fuera un mundo
mejor en el que poder vivir. Se convirtió en un hombre mejor y más maduro.
Recuerda:
“Todo problema o adversidad lleva la
semilla de un beneficio equivalente o mayor para aquellos que poseen una
Actitud Mental Positiva”
“"No
le digas a Dios cuán grande es tu problema, si no dile a tu problema cuán
grande es Dios."
Fuente: Success Through a Positive Mental
Attitude by Napoleon Hill.
Imagen:
tati-bi.tumblr.com
Excelente muy motivador para todos los que queremos superar nuestros retos problemáticos en la vida.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Emilio.
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