Mire atentamente la foto. ¿Por qué el elefante no huye, si puede
arrancar la estaca con el mismo esfuerzo que yo necesitaría para romper un
fósforo?, ¿Qué fuerza misteriosa lo mantiene atado?
“El elefante no escapa porque ha estado atado a una estaca
desde que era muy pequeño”.
Imagine al elefantito, con solo unos días de nacido, sujeto
a la estaca. Seguro que en aquel momento empujó, jaló y sacudió tratando de
soltarse y a pesar de todo su esfuerzo no pudo hacerlo, la estaca era muy
fuerte para él.
Seguro que el primer día se durmió agotado por el esfuerzo
infructuoso y que al día siguiente volvió a probar y también al otro, y al de más allá… hasta que un día, un
terrible día, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Dejó de
luchar para liberarse.
Todas las personas tenemos grabado en nuestra mente el
recuerdo de nuestros fracasos pasados, pensamientos como “no puedo”, “es
inútil”, “no saldrá bien”, “eso no es para mí”, “es demasiado difícil”, “no me
atrevo” acuden a nuestra mente con frecuencia. Sin darnos cuenta, muchas veces
nos quedamos “atados” a esas experiencias y recuerdos, de forma que perdemos
nuestra libertad y nos mantenemos, como al elefante, atados a la estaca.
Veamos otro ejemplo:
¿Alguna vez han conducido su automóvil con el freno de mano
puesto? Supongo que la inmensa mayoría de nosotros, que maneja desde hace algún
tiempo, alguna vez ha pasado por esa experiencia.
Recuerdo algunas ocasiones en
las que al llegar a mi punto de destino estire el brazo para poner el freno de
mano, solo para descubrir que estuvo puesto todo el tiempo que maneje el
vehículo. ¡Qué manera tan ridícula de manejar un automóvil! No obstante, sin
darse cuenta de ello, o en forma deliberada, usted avanza por la vida frenando
parcialmente. Los caballos de fuerza están allí, pero hay vastas áreas de
potencial que permanecen bloqueadas, embotelladas, restringidas para una
aplicación efectiva.
¿Qué piensa de sí mismo? ¿Le agrada la persona que cree ser?
Como puede ver, seguimos haciendo referencia a su mente y a sus pensamientos.
Si su propia estimación, la imagen que tiene de sí mismo, se
encuentra en el lado más bajo de la escala, entonces con toda probabilidad está
conduciendo con los frenos puestos, y eso es algo que no está permitido en esta
vida…
¿Qué piensa de su dignidad e importancia como ser humano?
Ese sentimiento, el del nivel de su propia estimación, es una de las
estructuras de actitudes más fundamental y vital de todo su sistema de su
“REALIDAD”. Un nivel elevado de la propia estimación es un común denominador
casi universal de la excelencia, un mecanismo liberador que permite que su
potencial fluya fácil y libremente.
La propia estimación es cuestión de grados. No es posible
tenerla o no tenerla. Usted se encuentra en algún punto de una escala que varía
desde lo muy negativo hasta lo muy positivo, desde un nivel muy bajo de propia
estimación hasta uno elevado. La persona que sobresale, la persona cuyo
desempeño es elevado, la mayor parte del tiempo tiende a funcionar hacia el
extremo superior de la escala y casi constantemente experimenta una sensación
muy real, honesta positiva de su valía y merito personal.
La persona que se encuentra en el extremo inferior de la
escala está convencida de que es un ser inútil, insignificante y nada
agradable. Se siente insegura de sus habilidades, ansiosa de permanecer lo más
cerca posible de su hogar, de hacer cosas que le son conocidas y fáciles. “Sabe”
que no hay grandes posibilidades de que llegue a hacer algo verdaderamente
útil, se muestra incomoda cuando alguien le dirige un cumplido o una alabanza,
siente que tiene un control mínimo sobre su futuro y está segura de que las
cosas empeoraran más adelante.
Desafortunadamente, en este mundo hay un gran número de
personas que viven con esa clase de autoimagen, que genuina, honesta y
profundamente piensan en esa forma acerca de si mismas. Por muy negativo que
esto pueda ser, para muchas personas simplemente “así son las cosas”. Es muy
fácil entender en que forma esa clase de “REALIDAD” aplica los frenos a la
efectividad de una persona.
Ahora analicemos un nivel más positivo de la propia
estimación. ¿Cómo se siente, profunda y honestamente y en lo más hondo de su
interior, en lo que se refiere a su yo, una persona que se encuentra en el
extremo más elevado de esta escala? Valiosa importante. Digna de respeto y
consideración. Capaz de influir en los demás. La persona que posee un elevado
nivel de propia estimación, disfruta realizando nuevas tareas que le ofrecen un
desafío y espera que en el futuro las cosas resulten bien. Esto es un poco más
alentador y espero que para usted le sea más fácil identificarse con esta
última actitud.
Si es capaz de aceptar la posibilidad de que genuinamente
puede ser un ser humano digno y valioso, entonces, ¿no sería muy provechoso
emprender una acción deliberada para avanzar en dirección a una mayor auto
aceptación, hacia un sentimiento más honesto de su valía persona?
Un método para ascender en la escala de la propia estimación
es decidir que pasara un poco más de tiempo recreándose en sus éxitos, en las
cosas de las cuales se siente satisfecho de haber hecho, y menos tiempo
agobiándose con sus errores y fracasos. Cuando desempeñe una buena labor
¡enorgullézcase de ello! Eso no solamente incrementa la probabilidad de que
llegue a repetir su excelente desempeño, sino que también lo ayudará a sentirse
más satisfecho de sí mismo como persona. Cuando las cosas salen mal (todavía
seguirán haciéndolo), evite caer en la tentación de revolverse en el error o en
el fracaso. ¡Hay todo un mundo de diferencia entre haber fallado y ser un
fracasado, una gran diferencia entre haber hecho algo mal y ser malo!
Hay un par de frases sumamente útiles que pueden servirle
como un instrumento “antirresbalante”, si quiere hacer uso de ellas. No hay
ninguna magia en ellas, pero fácilmente podrían ayudarlo a cambiar de velocidad
y avanzar desde reprenderse a sí mismo, revolcándose en el error hasta una
clase de programación más positiva.
“LA PROXIMA VEZ”
Cuando algo le salga mal, reconozca lo que ha sucedido,
acepte el error y después cambie su rumbo hacia el pensamiento de cómo manejara
esa clase de situación si alguna vez llegase a presentarse de nuevo. De ninguna
manera trato de sugerir que sea deseable o útil hacer caso omiso de sus errores
o sus fracasos. Ciertamente, en ocasiones tropezara, o hará algo que
simplemente no resulta del todo bien. Habrá veces en las que no cerrará esa
venta o no representará su papel de acuerdo con las especificaciones. Cuando eso sucede, tiene una elección. Puede
recriminarse el error, sintiéndose incómodo y pensando, “!Oh, vaya si soy
estúpido!”, o bien “Constantemente hago cosas como esta, ¿Qué es lo que pasa
conmigo?”, disminuyendo así su nivel de propia estimación. O de lo contrario,
puede usar el error para desempeñar una mejor labor en el futuro. En vez de
abatirse pensando en “lo que terrible que fue eso” en “lo tonto que fui”, o en
“que torpe fui”, considere esa situación particular y piense: “Bueno, eso no
resulto del todo bien; la próxima vez lo manejare en una forma diferente”.
Preprograme su sistema, de manera que si volviera a surgir de la misma clase de
situación, este preparado para manejarla en una forma más productiva y más
efectiva. Cuando se sienta tentado a colgarse del cuello una etiqueta negativa,
hay otra frase muy útil que puede ayudarlo a recordarse a sí mismo el hecho de
que se encuentra sometido a un constante cambio.
“HASTA AHORA…”
En vez de declarar, “!Simplemente soy incapaz de pronunciar
un discurso!”, será más exacto y más útil cambiar a, “Hasta ahora, para mí
nunca ha sido fácil hablar delante de un auditorio”. Está sometido a un
constante cambio y no hay razón alguna por la cual la forma en que ha hecho las
cosas en el pasado sea la misma forma en que las hará en el futuro.
Es muy importante permitir que sus pensamientos y
sentimientos acerca de si mismo avancen en una dirección positiva durante los
últimos minutos por la noche, justo antes de conciliar el sueño.
Creo que es muy probable, y sumamente trágico, que cientos
de miles, quizá millones de personas permanezcan en el lecho durante treinta
minutos o una hora cada noche, pensando, repasando o volviendo a experimentar
todas las cosas que hicieron mal durante el día garantizando así, virtualmente,
que volverá, a repetirlas en la misma forma.
Los momentos justos antes de conciliar el sueño son muy
especiales para asegurarse de dirigir sus pensamientos hacia las cosas que le
han causado satisfacción al hacerlas, o hacia las actividades que prevé el
futuro.
Ya sabe, confíe en sí mismo, crea firmemente en sus
posibilidades, de su mejor esfuerzo y pase lo que pase, grabe en su mente lo que dice el entrenador del siguiente video, no se rinda!
No te rindas!!!!
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