En la juventud domina el espíritu de desafío a la
situación actual y el deseo de la aventura que significa intentar lo imposible.
Ese es el mérito de la juventud, y ese espíritu es el que garantiza el vigor
juvenil.
La juventud no le teme al fracaso. Las personas que temen fracasar y que están satisfechas con la
situación actual, han perdido su juventud independientemente de la edad que tengan.
Sin embargo, las que actúan como
jóvenes, que están llenas del espíritu de desafío y listas para la aventura,
son jóvenes, independientemente de cuál sea su edad. A las personas que no
están dispuestas a intentar nada, que viven recordando, que no le encuentran
sentido a la vida, nunca podrán llamarse jóvenes. Incluso se ven más viejas de
lo que son.
Los jóvenes crean el mundo del mañana y determinan ese mañana
mediante sus desafíos y sus aventuras. Como no tienen nada por qué mirar hacia
atrás, miran al futuro: y puesto que no tienen nada que perder, tienen
aspiraciones. No tienen nada que arriesgar, por lo que no conocen la ansiedad.
Como son jóvenes, desconocen el peligro y están llenos de vitalidad. No están
condicionados para la estabilidad, ni para mantener la situación actual, de
modo que si renuncian a la aventura por la estabilidad y se rehúsan a desafiar
la situación actual, están perdiendo su juventud. Los jóvenes piensan en un
futuro lleno de conquistas y realizaciones, y no tienen tiempo para preocuparse
por posibles pérdidas o fracasos. Hay
que darse cuenta de que pensar en la tranquilidad y la comodidad, así como
limitarse a mantener la situación actual, son señales de que la juventud se
está desvaneciendo.
Tanto a nivel personal como colectivo, los jóvenes comienzan
las cosas con un espíritu de desafío y aventura. Así es la vitalidad de la
juventud. Piensa en los pioneros estadounidenses, que se dirigieron al oeste
sin poner condición alguna. Imagínate que era lo que tenían en mente al ponerse
en marcha rumbo a lo desconocido, distante y prohibido, hacia una tierra llena
de peligro, una tierra en la que el éxito no estaba garantizado. Eran jóvenes,
estaban poseídos por el espíritu de aventura y desafío, que no podía someterse.
Así era Estados Unidos cuando joven, un Estados Unidos completamente diferente
del actual, una tierra satisfecha con el presente y llena de hedonismo y
mediocridad. Es natural que las personas de reciente ingreso en una compañía
desborden de entusiasmo y determinación con respecto a su trabajo. Tienen que
invertir su juventud en forjar un mañana más brillante, tienen que estudiar con
empeño, cuestionar muchas cosas y cultivarse, y los resultados de tales esfuerzos
son el ascenso y el aumento de sus recursos, recompensas naturales de invertir
la vitalidad juvenil.
Sin embargo, me encuentro con algunos casos de jóvenes vivaces
que se toman complacientes una vez que llegan a un nivel ejecutivo. Esos
jóvenes dejan de estudiar, de cuestionar y de interesarse por su desarrollo
personal. Se apodera de ellos el síndrome de lo satisfactorio, y al parecer lo
que les interesa más que nada es conservar los recursos que han acumulado.
Creen que ya alcanzaron el éxito, de manera que hacen sólo la cantidad de
trabajo suficiente, se conducen con propiedad y descansan un tiempo adecuado.
Es de verdad muy penoso el que no parezca darse cuenta de que se están condenando
al fracaso por causa de la satisfacción de sí mismo.
Ojala
nunca llegue el momento en el que te digas: "¡por fin lo logré!" El
momento en que te sientes satisfecho por haber alcanzado tu meta es el más
peligroso de todos. Si has alcanzado un logro, entonces tienes que fijarte uno
más alto. Debes pensar como si en realidad nunca hubieras
alcanzado tus metas finales. Por ejemplo, es posible que entre los estudiantes
haya varios que se han fijado la meta de estar entre los mejores de la clase, por
lo que estudian con ahínco y alcanzan dicha meta. Sin embargo, no por eso se
pueden quedar ociosos sintiéndose contentos y satisfechos. Tienes que fijarte
una meta más, la de ser el mejor de todos los estudiantes, y una vez que la
alcances, ¿te sentirás contento y orgulloso, por lo que podrás dedicarte al
ocio? No. tienes que fijarte una
meta todavía más elevada: la de obtener una calificación perfecta en todas las
materias de estudio.
No es fácil llegar a ser el mejor estudiante, así
que se deben hacer grandes esfuerzos para lograrlo. Pero continuar siendo el
mejor de todos es todavía más difícil, pues es fácil ceder a la tentación de
sentirse satisfecho y complacido; y, sin que te des cuenta, pronto habrás
dejado de ser el mejor. Otros estudiantes te habrán alcanzado.
Cuando te estés
volviendo un joven holgazán, habrá señales que te lo indiquen. La holgazanería
produce tedio, y el tedio hace que se reduzca la actividad. Nunca debes reducir tu actividad. La vida se nutre de la actividad, ésta es
prueba de la existencia. El movimiento es la condición de la vida, y la actividad
es la prueba de que se es un ser viviente. Lo que carece de vida no se mueve, y
si no se mueve permanece estático durante un año o dos, e incluso por más
tiempo.
Cuando la juventud pierde su espíritu de desafío y aventura, no hay
esperanza; esto se cumple tanto a nivel personal como a nivel de la empresa y
de la colectividad. La falta de vitalidad a todos esos niveles presagia la
muerte, y donde hay muerte no hay esperanza. La esperanza es propia de la vida
y de la juventud. Cuando.se pierde la vitalidad y la esperanza juveniles, sea a
nivel personal, de la empresa o del país, lo único que queda por hacer es
prepararse para un funeral. Habrás notado que algunos individuos y algunas
compañías envejecen rápidamente. Una vez debía reunirme con el presidente de
una pequeña compañía que fabrica componentes de equipo para tratar asuntos de
negocios. Quedé muy sorprendido al encontrarme con que el directivo no sabía
nada acerca de sus productos, por lo que el gerente de la fábrica necesitaba
explicarme todo. No hice ningún comentario al respecto. Pero comencé a sentirme
triste cuando noté que el automóvil del presidente era mucho mejor y más grande
que el mío. Comprendí que no era posible pensar en esa compañía para mis planes
futuros, pues me di cuenta que las comodidades del presente absorbían por
completo al presidente, quien no tenía visión alguna del futuro. Era una
persona complacida.
Hace ya mucho tiempo observé que el agrado y
satisfacción de si mismo indican el fin de todas las cosas. Recuerda que la auto satisfacción
durante la juventud garantiza el fracaso. Debes evitar las tentaciones de la
mediocridad y de lo satisfactorio. Recurre a todas tus fuerzas y cuestiona todo
con el espíritu dé quien está iniciando una nueva actividad. Lleva siempre en tu ánimo la idea de que no
has alcanzado tus metas. Como joven que eres entrégate a todo con fervor y vitalidad.
El futuro te pertenece. Y nuestro futuro está en tus manos.
Fuente: “El mundo es tuyo pero tienes que ganártelo”
By Kim Woo Choong
No hay comentarios:
Publicar un comentario